No sería yo (trapitos al sol)

Me gusta la idea de pensar que los objetos culturales son consumidos. Pero para concebir esto, necesito desvincular la palabra consumo de todos aquellos sentidos que rechazo y quedarme con el que más me simpatiza. En principio, vamos a aceptar que el término, así desnudo, es bastante asqueroso ya que nos puede remitir a campos indeseables como el de lo masivo, lo que se engulle sin digerir, el fast-food, el trago obligatorio de boliche, el capitalismo y todo lo que ustedes quieran sumarle a esta lista. Sin embargo, también es cierto que la idea de un objeto consumido remonta a la imagen de algo que, como podríamos decir del fuego, se está consumiendo, muriendo, gastando y se convierte de a poco, en algo consumado, acabado, extinguido.

Además de estas asociaciones, podemos establecer otras un tanto más felices y apuntar que en Costa Rica, por ejemplo, una consumida es una zambullida (tirarse de consumida es zambullirse en el agua) y, en este caso, la expresión se vincula a la idea de lo refrescante, lo que renueva. Modelo el concepto a mi propio paladar con estos dos extremos: lo fresco y lo que agoniza.


La intro viene a cuenta de que el otro día, ordenando un poco mis discos, pensaba en cómo ellos guardan claras marcas de mi propio consumo. En particular esos de tapa rota, que se desarman al tomarlos o, en el peor caso, vuelan por los aires. También están aquellos en los que el arte interno, justo donde figura la letra que canté mil veces, conserva huellas dactilares de tinta a base de mermelada de durazno. Ni hablar de los que archi-rayados llegaron al punto de no admitir la escucha de un sólo tema siquiera (no sé para qué los guardo).
Este tipo de cosas, generalmente, me hacen sentir nostalgia. Me gusta recordar el momento en que flameaban, gracias al resplandor del plástico que los resguardaba de mi futuro fanatismo y a veces deseo poder volver atrás para saborear la primera escucha, ese momento en que disfrutaba lo novedoso del asunto.


Lo que sigue a continuación, se podría decir que es un poco de exhibicionismo. Se trata de un inventario de lo que, musicalmente, fue conformando mi personalidad. Lo armé no sólo para recordar a todos esos objetos que se fueron consumiendo en mi reproductor y en mi gusto musical, sino también para explicar las razones por las cuales llegué a ser tan ecléctica, tan poco definida en mis preferencias y, muchas veces, contradictoria.
Con ese propósito, me embarqué en recordar qué discos/casetes habían sido "gastados" a lo largo de mi vida. No sería yo si no los hubiera tenido y por más que algunos (¡no todos!) hoy me resultan patéticos, no me arrepiento de ninguno. Todo lo que escuché a lo largo de mi vida me convirtió en quien soy, todos colaboraron y provocaron que yo hoy sienta, perciba, sufra, goce de modo intenso la música.
Acá están, por orden cronológico, no siempre según las fechas de edición, sino siguiendo mi propio orden que se estructura de acuerdo a los años en los que los fui escuchando.

Va la parte 1, que se podría intitular “Infancia y adolescencia temprana” (otro día con más pilas, posteo la parte 2). Seguro me estoy olvidando de un montón, ya los agregaré a medida que los recuerde.

1978-1980: Cantaniño, de Cantaniño, (no sé de que año es este disco, mi vieja lo ponía mucho).

1979-1980: Música para niños Vol. 1 y 2, de Conjunto Pro Música de Rosario (de todos los clásicos, "Samba le le" era mi predilecto).

1983: Pipes of Piece, de Paul McCartney, 1983. Acá empezó mi idilio con el cuarteto de Liverpool. Un disco bastante flojo, pero gracias al que yo descubrí unos años después a The Beatles.

1984: Wadu Wadu, el primero de Virus, editado en 1981 (mi papá lo compró en el 84, cuando salió Relax, lo escuchábamos en el auto siempre y cuando mis viejos cedieran a mi pedido de no poner a Serrat a quien yo detestaba fervientemente).

1984: Relax, también de Virus, 1984, donde estaba mi tema favorito: "Completo el stock".

1985: Madonna, el primer disco, de 1983. Mi verdadera iniciación al pop. La verdad es que a mí escuchar Madonna me hizo muy bien...oh sí!

1985: Locura, Virus (una catarata de hits y a esta altura ya me estaba fanatizando).

1985: Ciudad Catrúnica, el segundo disco de Viuda e Hijas de Roque Enroll, 1985 (que empezaba con "Lollipop" y terminaba con "Que le digo a los chicos")

1986: Suena Tremendo, Tremendo. La verdad es que no sé si no estoy mandando fruta con respecto al nombre del disco. Estoy casi segura de que fue en el 86 que tuvieron ese hit que decía "golpeando con las palmas, suena tremendo, con este ritmo loco" (que en realidad era un tema que hacían los españoles de Mecano).

1986: Vale cuatro, el tercer disco de las Viuda e Hijas de Roque Enroll, 1986 (todo el mundo en esa época tenía ese casete)

1986: The Woman In Red, de Stevie Wonder, editado en 1984. Lo pedí como regalo de cumpleaños en el 86, creo, porque había visto la película. Unos años después escuché los discos posta de Wonder y quedé pegada.

1986: True Blue, de Madonna, 1986. Acá estaba "Live to tell", un lento que inevitablemente me ponía la piel de gallina.

1987: Notorius, de Duran Duran, 1986. Era música de las chicas del secundario, pero vía hermanas mayores me llegó.

1989: Counterfeit, de Martin Gore, 1989. Me lo regaló un primo más grande. Lo gasté (literalmente, ya que se borró todo sonido de la cinta) sin tener idea de quién era Martin Gore.

1989: Wild!, de Erasure, 1989. ¿Quiénes de los que en esa época teníamos 12 no tenían ese casete?

1989: Cosmic Thing, de B-52's, 1989. Los "rápidos" de los bailes de séptimo eran de B`52.

1989: Dulce Navidad, de Attaque 77, 1989. Sucede que los muchachos de Flores ensayaban enfrente de mi escuela, y por eso los conocí tan tempranamente. Circulaba un casete y no sé cómo un día llegó a mis manos (ya que Attaque era propiedad de los varones del grado). Recuerdo que hubo reunión de padres, alarmados todos porque unos pendejos de 11 años cantaban "Gil, tu mujer se encamó con un pitufo".

1989: Por mirarte, de Calamaro, 1988. Estuve mucho tiempo enamorada de Calamaro (por suerte ya se me pasó). Todo comenzó con este casete.

1990: Violator, de Depeche Mode, 1990.

1990: Confesiones de invierno, de Sui Generis, 1973. (Y sí, muchos tuvimos una etapa fogonera)

1991: Almendra, de Almendra, 1970. No estoy segura, pero creo que se lo afané a un tío.

1991: Moris, 30 minutos (o algo así), de Moris. Una de esas compilaciones de $5 que compré en Musimundo. Estaba encantada con él y con el tema "Pato trabaja en una carnicería".

1991: Joyride, de Roxette (Jua!!!!!!, qué hija de puta), 1991.

1991: Little Creatures, Talking Heads. Este me lo regaló Fito. Me acuerdo perfectamente. Ni bien lo vi pensé: ¡uh, lo voy a tener que cambiar, a estos quién los conoce! En la primera escucha me rompió la cabeza.

1992: Rubber Soul, Revolver, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, Album Blanco, Abbey Road y mejor decir TODA LA DISCOGRAFÍA DE THE BEATLES JUNTA, 1963 a 1970. Me los devoré todos en tiempo record. El primero que compré en cd, cuando me regalaron el aparato, fue Rubber Soul. Creo que en el 92 lo único que escuché fue a esta banda.

1993: Techniche, de New Order, 1989. A mí me New Order y la movida de Manchester me llegó después porque nací un par de años tarde. Pero, una vez vi una remera en el local donde yo solía comprar boludeces rockeras y quise saber qué era esa banda.

José Motorola se la come y sus empleados se la dan

No sé cuanto tiempo pasó desde que los celulares se volvieron objetos invisiblemente asimilados en la vida de las personas. Lo que sí sé es que por no tener celular, he recibido todo tipo de comentarios de amigos y famila acerca de "lo loca" que soy por no tener uno. Mi hermano me dijo varias veces que no entiende por qué me resisto tanto. Lo curioso es que el hecho de no usar celular nunca fue para mí un acto de resistencia, sino una cuestión relacionada al simple hecho de que, por cómo está estructurada mi vida, nunca sentí la necesidad de comprarme uno.

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Acerca del fin de semana...
1- Jueves: Fui a ver a los chicos de Bauer y me sorprendieron bastante. En vivo tienen una veta de rock setentoso, yo diría casi progresivo, que no se destaca tanto en el disco.
La anécdota de la noche la marcó el público, que a la espera de Bauer presenció el show de Mi Tortuga Montreaux. Yo me pregunto, independientemente de si lo que hace Marcelo Ezquiaga es digno o no de alguna expresión de rechazo: ¿era necesario silbarlo al pibe?, ¿no se podían ir afuera si no les gustaba? A los que respondieron en voz alta: "cómo será el peor disco...", ante el comentario del cantante sobre su tercer disco como el mejor de todos, ¿no les genera ni la más mínima "cosita" ser tan maleducados?

2-Viernes: Intenté ir a ver Coiffeur y Turpentine al Centro Cultural San Martín. Se suspendió por paro del personal.
Valoro muchísimo la actitud de los músicos de acercarse hasta el lugar para explicarle a la gente personalmente, ya que se enteraron por la tarde y no pudieron avisar.
Turpentine no pudo hacer nada por el tipo de propuesta eléctrica que ofrecen, pero Coiffeur se llevó su guitarrita y se puso a tocar en en la explanada del lugar para aquellos que
estábamos ahí. Hacía un poco de frío, pero valió la pena.