La furia de los sudacas

Escena 1. Este post iba a ser escrito por mi “amigo personal” Facundo Meli. Pero resulta que este fin de semana a Facu se le quemó la máquina y no me mandó nada. Aclarado este tema, pasamos al siguiente.

Escena 2. Estoy en condiciones de decir que Obit, lo nuevo de La Fura dels Baus, es un show altamente “no recomendable”. Todavía me pregunto por qué, a pesar de que todo el mundo nos dijo que era una mierda, decidimos ir. No lo sé, pero el hecho de advertir a los demás sobre lo patético de este espectáculo se está convirtiendo en un deber. A pesar de esto, no me arrepiento de haber ido. Este no-arrepentimiento responde a varias razones. La primera tiene que ver con haber presenciado, a la salida, una segunda función protagonizada por la gente que se sentía no sólo disconforme con la calidad de lo que había visto, sino que también se consideraba burlada. La segunda es más insólita aún: me devolvieron mi dinero.

Escena 3. Crónica. El sábado pasado fui a ver la función junto con un grupo de diez amigos. Llegamos, cola, adentro. La primera señal de que algo andaba mal me la dio uno de los organizadores cuando esperábamos en el lobby para ingresar al predio. Estaba comentando con mi hermana que me fastidiaba ser obligada a dejar mi cartera en el guardarropas y encima tener que pagarles los dos pesos que pedían, cuando, de la nada, apareció un tipo con una credencial en su camisa gritándome que yo no tenía que hacer ningún escándalo por ese motivo (cuando el escándalo lo estaba protagonizando él) y que ellos me iban a solucionar “mi” problema. En fin, yo dejé mi cartera nomás y les pagué sus putos dos pesos porque si no, no me dejaban entrar. A partir de esta marca, todo lo que sucedió fue in crescendo en su nivel de patetismo.

Escena 4. Descripción. El primer “plato” del show consiste en el ingreso a un receptáculo cuadrado, donde uno “supuestamente” se encuentra con gente que ha respondido a una serie de preguntas de forma similar. ¿De qué se trata esto? Bueno, para acceder a este lugar es necesario entregar una encuesta (con consignas del tipo: "Para mí la muerte es...") que es “clasificada” en tiempo record y, luego, cada persona recibe un código. Yo era BE (sector “B”, función: empujadora). Al presentarse en este primer ambiente, a uno le pintan la cara con témperas y recibe un guardapolvo de plástico. Varias personas realizan indicaciones al público acerca de las instrucciones del juego y aquí comienza la faceta “Telematch” de la cosa. Básicamente: se forman filas y, mientras que un grupo tiene que empujar una gran pared cuya base contiene ruedas que permiten su movilidad, el otro grupo debe cargar con unas lanzas de considerable altura y conseguir pinchar una especie de dona que se halla del otro lado del muro. Para dar coraje a cada equipo, sobre la medianera de cada estructura, se encuentra parado un coach que alienta y ofrece una clase de aerobics a modo de ejercicio de precalentamiento, acompañada de cánticos y palmas. Comienza el juego y, luego de tres o cuatro intentos aburridísimos (y altamente peligrosos), se suspende y salen a la vista carteles con leyendas del tipo “¿Ganar qué?”, “¿Por qué luchás?”, “¿Ataque o defensa?”, “¿Quién pone las normas?”, que bien podrían ser slogans marquetineros de una campaña de celulares. Corten. Cuadro siguiente. ¿Acción? Gran parte del público comienza a pasearse por todos lados con ataúdes chiquitos, zapatos y muñecos despedazados. Un tipo camina en bolas y, en el centro, una chica baila adentro de una caja con paredes de papel mientras pinta la frase “mueres solo, naces solo”. Vale aclarar que esto, teóricamente, respondería a la idea de un show pensado como una función “no para ver, sino para hacer”. La compañía se presenta como artistas que no sólo “hacen, sino que también hacen hacer a los demás”. Por último, dos actores con tachos y baldes tocan una secuencia rítmica muy rudimentaria y la gente los acompaña. Se enciende una pantalla con la frase “Ahora, cómete la vida”. Fin de la función.

Escena 5. Gente gritando en el hall. “Chorros, chorros, quereeemos la plata, quereemos la plata”. Nadie da la cara, salvo empleados de seguridad que comentan que la situación de escrache se repite todas las noches (incluso alguien, off-the-record, susurra que la productora del espectáculo no ha invertido el dinero acordado y que hacen falta muchos materiales de escenografía). Ante respuestas absurdas y la ausencia completa de los responsables del evento, la ira popular crece. La indignación no pasa por haber presenciado un espectáculo de mala calidad, sino por la sensación de haber sido utilizados por una manga de chantas que no realizaron ni el más mínimo esfuerzo para generar algo (ya sea del orden de lo artístico, lo ideológico, lo físico, etc.). Nos enteramos de que toda la gente que participaba, daba instrucciones sobre el juego, deambulaba con carteles y alzaba zapatos y muñecos, era parte del público que había sido “entrenado” una hora antes de la función. Yo sabía de esto, pero al comprar mi entrada para participar de un espectáculo interactivo, mi presupuesto era que su valor se hallaba precisamente en ese “hacer hacer a la gente”. Cualquiera puede “hacer hacer algo”, pero si se trata de un evento de las dimensiones de éste, con una entrada que cuesta entre 45 y 55 pesos, se supone que debe haber, por lo menos, una estructura de fondo. Aquí no hay nada, absolutamente nada. Era como haber ido a un recital en el que la banda hizo playback la mitad del show y la otra mitad pidió al público que cante las canciones . La única posibilidad de un “algo” que suceda está, exactamente, en aquello que ellos mismos se ocupan de evidenciar y deslegitimar: el juego. “¿Ganar qué?”, se preguntan ellos. No creo que nadie se haya preguntado eso ni antes ni después de jugar. Por lo menos no en ese contexto. La cosa pasaba por jugar, por lo lúdico y punto (aún a pesar de lo poco entretenido del juego). Y no creo que esto se pueda extrapolar al contexto de la humanidad en guerra que La Fura pretende condenar. Simplemente, porque no se trataba de una lucha por el poder y porque nadie esperaba ganar un auto 0 km al participar. Finalmente, la base desde la cual parte la obra es extremadamente ingenua. Me parece que pensar que las guerras se generan porque la gente, por naturaleza, quiere ganar, es una visión muy simplista de los hechos.

Escena 6. La idea “el espectador es parte del espectáculo” termina convertida en una excusa perfecta para afanar. La gente se organiza y nadie se va: el show siguiente no puede empezar. Por momentos, la situación parece la de una asamblea cacerolera, pero acá el punto no pasa sólo por la guita, sino por saltar a la acción y no permitir que estos tipos se la lleven tan de arriba. Yo jamás me imaginé que nos iban a devolver la plata. Me sentía espectadora de un nuevo espectáculo que era mucho más divertido e interesante que el primero. En un momento, Dodi dice: “No hablen más chicos, el tema acá no es discursivo, sino del orden de los hechos, hay que romperles todo”. Tiene razón, esto serviría demostrarles que aprendimos muy bien el discurso que ellos mismos acababan de vendernos. Pero no rompemos nada. Al rato aparece alguien y nos dice que nos devuelven la plata. Game Over, Fura.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

esto no hace mas que confirmar mi fobia a los espectaculos "interactivos"

fuck off, interactives!

desde espania, pais de estos saqueadores

alejandro

Anónimo dijo...

No te la puedo creer que les devolvieron la guita. ¡Realmente tiene que ser muy choto para que algo así suceda!

Violeta Increíble dijo...

De acuerdo, Ferchu. Ellos sabían que era malo. Ahora... yo nunca pensé que iban a devolver plata. Jamás se me cruzó por la cabeza y cuando la gente gritaba "devuelvan la plata" me parecía gracioso, pero no pensaba que lo estaban diciendo en serio o que esto podía pasar. De hecho, yo me quería ir y en todo caso, como protesta, difundir que el show era malo y punto. Pero bueno, la gente se quedó un rato a hacer quilombo y mis amigos también, así que me quedé, y como ya dije, este segundo show de la gente sacada, los tipos diciendo boludeces y todo lo demás fue mucho más entretenido que el primero.

Laleft dijo...

No tengo más información que estos comentarios que voy recogiendo, donde la opinión común es que el espectáculo es un desastre.

A partir de esa información emito un parecer y hago una pregunta (que no es retórica, es que no lo sé).

Me da la impresión de que -nacionalismo aparte- esta gente subestimó la enorme cultura de los argentinos y, por tanto, su mirada crítica. (Con esto no pretendo degradar a otros pueblos; puede que les pase lo mismo).

Y la pregunta es: en medio del espectáculo, ya que es tan malo, ¿no se le ocurre al público decir "Nah, tomátelas" e interrumpirlo para dejar, quizás, de sentirse ridículo?

Anónimo dijo...

salvo por el hiperrealismo de la escena 5, esta anécdota hubiero podido ser uno de esos cuentos perfectos de cortázar no?

Violeta Increíble dijo...

Laleft: No puedo saber si se trata de una cuestión de subestimarnos a nosotros los argentinos o a los latinoamericanos en general o si la cosa es mucho más amplia. No sé si en todos lados se vio lo mismo que acá, pero la gira ya pasó por paises distintos como España, Francia, México,etc. De todos modos, la sensación al salir era: "estos nos vinieron a afanar a nosotros pensando que somos boludos". Lo único que está claro es que la idea del espectador que tienen es la de un ser no-crítico. Por eso ellos se instalan en el lugar de venir a enseñarte a reaccionar, a pensar y todo eso.
Con respecto a lo que decís de actuar en el medio del show, te cuento que es muy difícil por varias razones. Primero, porque había mucha gente de los que habían ido más temprano para "formar parte", que parecía estar muy compenetrada (después supimos que ellos tampoco sabían mucho qué estaba sucediendo y muchos pensaban que iba a pasar algo). Y además, porque todo el tiempo pensábamos que no había empezado. Recién hacia el final nos dimos cuenta que el espectáculo era "eso". Es más, recién ahí la gente empezó a cantar "¡qué empiece, qué empiece!"

Violeta Increíble dijo...

Harvey: Tal vez se lea como algo totalmente surrealista, pero te digo que estando ahí no me cuestioné nunca si era posible que estuviera pasando eso. Estaba bien claro que todo era de una realidad paupérrima.

Anónimo dijo...

Cito a un Amigo: "suerte que repartian cerveza antes de entrar y me clavé 5, sino les quemaba el rancho".
Violeta, por otro lado, ¿no pensaste que tal vez el espectáculo era ese? Poner a la gente loca con un espectaculo decadente y despues que la gente interactue con los de seguridad que eran los verdaderos actores. ;)

Anónimo dijo...

Viole, te entiendo pero visto de afuera es totalmente surrealista. Yo detesto el teatro y sobre todo el interactivo. Fui a una obra así solamente una vez, y tenías que hablarle a Florencia Peña y Carola Reina como si les hicieras un reportaje. Prácticamente me quería suicidar. Para colmo, después Florencia Peña, en plena representación y sin que se vea claramente por qué, se bajaba la bombacha en público. En fin. Son cosas que te dejan dudas sobre la calidad de lo que se hace en teatro.

Juan Martín dijo...

Para mí el espectáculo recien debe empezar cuando te dés cuenta que la guita que te devolvieron es falsa

Violeta Increíble dijo...

Conde: no sé cómo hizo tu amigo. Daban una sóla cerveza por persona con tu entrada. Te digo que por un segundo llegué a pensar que tal vez era todo una cargada, pero no che...

Anónimo dijo...

risas.
muy bueno lo de raba.
sería verdaderamente genial.
igual, cuánta guita deberían devolvernos por las miles de representaciones, festivales, bandas, ponencias, cursos, fiestas, presentaciones de discos, etc etc, con las que terminaron estafandonos en nombre del arte?

Anónimo dijo...

la verdad es que no soporto más shows con gente colgada de arneses y el teatrointeractivo. por otra parte, querida Violeta, este post está escrito muy bien. Y volvamos al teatro aristotélico, eh!

Anónimo dijo...

Violeta, las fue escondiendo en un rincón y pasaba y pedia más. No la pasó tan mal porque estaba bastante escabio.

Raba, me cagaste la idea ;)

Anónimo dijo...

Una verdadera lástima. Pensar que la Fura en los 80's era una de las experiencias más interesantes para ver, pero ya fue.

Anónimo dijo...

Si no devolvian la plata me los comia crudos

Lo Que Vendrá dijo...

Epater le burgeois no pasó de moda! :)