Del fichín al casete, del casete al cd, del cd al mp3


Cuando cursaba el secundario, mi vieja me daba todos los días cincuenta centavos para las religiosas Cerealitas del segundo recreo. En primer año, cuando no los gastaba, me iba a Sacoa a la salida y me jugaba unos fichines (Terminator, Locos Adams, Wonderboy, Bubble Bobble, etc). En segundo, empecé a comprarme casetes. La cuenta era simple: 50 centavos cada 5 días = $2,50, y si a eso le sumaba los puchos de algún que otro vuelto de las compras, llegaba a los 4 o 5 pesos por semana. Y esto era fácilmente convertible a mercancía musical (téngase en cuenta que mi colegio quedaba a dos cuadras del Parque Rivadavia y a una de Musimundo).

Me acuerdo de que en Musimundo, justo un momento antes de que todo fuera cd, se conseguían casetes viejos que estaban de oferta. Yo no tenía idea de nada, así que se ve que comencé por el rock nacional porque era, prácticamente, lo único barato (y por lo tanto, accesible para mí). Así es que llegué a tener casi todo Sui Generis y Serú Girán. También estaban regalados algunos de Moris, Virus, Vox Dei, Almendra, Pescado, Los Abuelos, Calamaro, Roque Narvaja, etc. Una vez agotado ese stock de liquidación, enganché lo que para mí en ese entonces era la onda "Rock que suena viejo". Recuerdo haber comprado uno de los Kinks a 2,50 y varios de Elvis y Beach Boys a $5. Una vez adquirí uno que se llamaba "Viejitos piolas internacionales".

Por suerte todo tiene su fin, así que cuando las ofertas y los casetes se acabaron, tuve que empezar a buscar información por mí misma. Lo que recomendaban en la 13/20, (revista que ahora, con una mirada más lejana y anhelante de cierta inocencia perdida, recuperó su dignidad) me parecía bastante pobre. Así que empecé a comprarme otras revistas (una de las que buscaba en el parque era la Pelo de los 80', que además venía con acordes para la guitarra). Ya con la info estudiada, iba y les pedía a los puesteros del domingo algo específico. A veces, me quedaba hablando con alguno para me recomendara cosas. Volvía a casa verdaderamente contenta porque veía que los tipos se interesaban en lo que yo les pedía, me trataban con respeto, me conseguían todo.  Una vez un amigo que era más grande me bajó el orgullo de un hondazo: "Tenés 16 años y andás con esa remerita cortita de los Beatles: en una de esas los viejos te quieren coger, tarada". Yo creía que era porque les pedía cosas de Thomas Dolby.

Lleguemos a donde quiero ir. La cosa es que para mí, comprar música ya era todo una práctica (que ya a mis 15 se había complejizado aún más porque había comenzado a consumir cds). Y también el momento de escuchar música se correspondía en intensidad con aquella actividad. En esa época, cada casete o cd era escudrinado por mí minuciosamente. Cada adquisición requería un verdadero esfuerzo: evitar las Cerealitas del recreo, comprar las revistas, buscar la información, saber a quién preguntarle, etc. Además, se trataba de un casete por semana (con suerte dos). Un cd al mes. Cuando me compraba uno de los Beatles, la primera escucha era un momento sublime: me tiraba en la cama con el arte de tapa en mano y me quedaba ahí desde la primera canción hasta la última. Me sabía los nombres de los músicos que habían participado en cada toma, los arregladores, los productores, etc.

Obviamente, la llegada de internet y del formato mp3 cambió mi vida. Si tuviera que dedicarle toda la energía que le consagraba antes a cada "novedad", mis días serían un desquicio absoluto. Hay tanto para escuchar que ya me es imposible disfrutar de un nuevo archivo bajado con la misma intensidad con la antes solía recibir cada descubrimiento. Y la verdad es que no sé qué pensar de esta nueva situación. Digo esto porque vale la pena aclarar que no cambiaría por nada del mundo esta nueva posibilidad que hoy tengo de acceder a la información y a la música. Creo que, definitivamente, internet me hace bien: abre mi cabeza musical.

Por otra parte, en estos días, no hay que hacer mucho para llegar a los discos que están fuera de nuestro circuito comercial. Cualquiera que tenga la suerte de tener computadora y poder pagar una conexión a intenet logra alcanzar miles de mundos con sólo dos acciones: entrar a una página (All Music, por ejemplo), escribir un nombre, clickear referencias o artistas similares, hacer copypaste en un programa para bajar música y listo. Y se gana mucho, pero también se pierde. Yo perdí cierto "sano fetichismo" que tenía con mi música. Hace años que no me preocupo por saber sobre los productores, arregladores, técnicos etc., ya no estudio las carátulas y apenas puedo recordar el nombre de los discos nuevos, mucho menos de las canciones. Me da un poco de nostalgia, pero no me quita el sueño, después de todo es música. Lo único que me resulta realmente alarmante es la posibilidad que existe siempre de perderme en una de mis escuchas "zapping" la chance de encontrarme con uno de esos discos que te hacen feliz, te vuelan la cabeza, te cambian algo. En general, esos discos no pueden ser valorados como es debido con sólo una o dos escuchas, porque necesitan tiempo, asimilación. Y hay tanto para rastrear...

En fin, se abrió el panorama (tal vez demasiado), pero debo decir que cada vez que le doy play al winamp por primera vez en un archivo recién bajado, yo todavía conservo una enorme esperanza que se renueva todos los días con el siguiente track.

12 comentarios:

Laleft dijo...

Por alguna razón desconocida (paradoja, eh) me di cuenta de que necesitaba leer este texto.

Anónimo dijo...

Muy buen post, con mucha nostalgia y mucha realidad...quizás no tanto en nosotros que hemos escuchado mucha música a lo largo de nuestras vidas, pero si de los pibes que recién empiezan, el tema de tener cd plateados y dorados, escritos con marcador, con una fotocopia de la tapa, es preocupante, porque no ven el laburo que un artista lleva para hacer un disco, y eso lleva a que no se preocupen por esas cosas...

Anónimo dijo...

habría que escribir algo que detalle todos los efectos colaterales del slsk no? el otro día pensaba en eso, porque bajando música a razón de dos o tres discos por día me di cuenta que cada vez escucho menos lo que bajo (y por menos tiempo).
muy lindo el posteo.

Violeta Increíble dijo...

Bueno, otro de los de los efectos colaterales que se dan en mi caso es cierta disociación cada vez mayor entre la música y la lírica.
Las letras de las canciones siempre llegan a mí bastante más tarde que la música (sea en canciones en castellano o en inglés, no es un tema de idioma aunque en el caso del inglés por supuesto que hay una gran distancia). Llegan tarde pero llegan y para mí son muy importantes. Suelo funcionar así: primero asimilo los acordes, el ritmo, las melodías, etc y recién después puedo escuchar la letra (por supuesto que no lo hago a propósito, me sale así, me distraigo demasiado con la música).
La cosa es que esta brecha, con esto de tener para escuchar 20 cds por semana, se me está haciendo cada vez más grande hasta el punto de que no sé qué dicen muchas de las canciones que escucho. Además, antes, me tiraba a escuchar música con el arte de tapa en la mano, seguía la canción con la letra en la mano, cantando, o leyendo. Y esa costumbre ya la perdí (por más que se trate de un cd comprado)

Ezequiel dijo...

buen post. la sobredosis de discos es peligrosa y es un tema bastante típico en los bloggers. somos la soulseek generation! ;)
una buena solucion es limitar la cantidad de discos bajada por semana, funciona bastante bien. poder escuchar musica en distintos lugares y situaciones (los auriculares en mi trabajo salvaron mi vida) ayuda tambien.
aunque a veces me parece tetrico... tengo toda la discografia de los beatles, rolling stones, replacements, elliott smith en mi máquina - de lo cual he escuchado onda el 15%. snif.

Anónimo dijo...

...hay que volver a las fuentes...el otro día vi en una disquería el legendario "Pidamos Peras a Mandioca" a 10 mangos!
Cosas siempre se encuentran...obvio que todo lo nuevo no, pero...¿vale la pena escuchar tantas cosas?
Podés tener 500 cds en tu casa, pero siempre recurris a los mismos 15...

Anónimo dijo...

Pros y contras de la banda ancha, efectos colaterales y cosas por el estilo es lo que experimento al tratar de escribir algo razonable acordemente sencible mientras un amigo al lado mio me dice: - mira que bueno es el tema de Turf que me acabo de bajar....- Te lo pongo de vuelta Ari, te va a gustar, es mas va a sonar en todas las fiestas.

Anónimo dijo...

Es curioso, pero lo que Violeta Increible describe con los K7 a mi me pasa con los vinilos, qeu tambien fue el formato de mi infancia. A mi me resulta imposible entusiasmarme con un CD, menos con un mp3. Mis primeros discos los compre por el 81, 82, cuando tenia 12 años y en ese momento solo habia vinilo (los k7 sonaban para el ojete y valian casi lo mismo) Yo solo puedo escuchar con dedicacion un vinilo, mientras estudio cuidadosamente el arte de tapa. Un CD o mp3 es para picar dandole 15 segundos de oportunidad a cada track. Si ninguno me atrapa, delete. Si es CD, al parque o a Brujas o a lo de Cacho para cambiar por discos de verdad. Es solo nostalgia, obviamente. Pero todos somos sus esclavos, a cualquier edad.

Anónimo dijo...

lindos recuerdos Violet, super identificado con lo del parque.. yo pasé de los cassettes a las discografias completas en un solo cd ! (en mp3 obviously)... volvia del parque super e-motion con mis 2 o 3 discografias completas en CD todos los domingos... lo que le jodí a ese pobre puestero hasta que me consiguió el de Stevie Wonder !!..bue, lindo blog Violet..un beso - FeR!

Anónimo dijo...

Me siento muy identificado con lo que dice Violeta, en éstos tiempos todo es vertiginoso y hasta algo que solía ser placentero (como escuchar musica) se ha vuelto un trámite...a mi tambien me gustaba mucho ver todo el trabajo que envolvía un CD (musica, letras, tapas, participaciones, etc) pero quizás un poco por comodidad (ya que atravéz de internet accedés a todo lo que querés) y otro poco porque comprar un Cd hoy en día es privativo (al menos para mi)es que me alejé de a poco de todo lo que hacía.
Tambien siempre le he prestado atención en un primer momento a la música (quizás porque he estado muy ligado con la música de chico al tocar guitarra desde los 12 años) y luego a veces le daba bola a letra. Aún hoy soy así, y suelo tener muy mala memoria con las letras de las canciones pero de la melodía no me olvido...
Sólo quería decirte Violeta que me ha hecho muy bien tu post, me has traído a la memoria muy buenos recuerdos de mis primeros encuentros con la música...Gracias.

Anónimo dijo...

Al igual que otros por aquí, me sentí muy identificado con tu post. ¿Por qué será que a duras penas puedo terminar de escuchar una vez los nuevos álbumes de bandas que hace unos años esperaba con ansiedad? ¿Será que esas bandas se volvieron una porquería, o el hecho de que los discos sean tan fáciles de conseguir le ha quitado el "gustito" de antaño? Supongo que una mezcla de las dos...
En mi caso, encontré una manera de recuperar la emoción: la música independiente. Resulta muy gratificante descubrir nuevas bandas que me gustan, ya sea a través de la web (muchas de ellas permiten descargar su música) o en reductos under como la galería Bond Street de Buenos Aires. Además, si compramos un disco independiente sabemos que nuestra plata irá directamente al grupo, y no a financiar los lujos de un gerente de multinacional, entre muchos otros intermediarios.

Violeta Increíble dijo...

Fer: Me pasa lo mismo con las bandas independientes, pero creo que también hay un tema en cómo procesamos lo "nuevo". Tal vez antes entre cada disco y disco pasaba mucho más tiempo. Entre algo con un sonido viejo y otro con uno nuevo, también. Ahora se nos abrieron canales que antes no existían, la oferta es mayor y eso, si uno no se toma el tiempo para escuchar las cosas con pacienciapuede crear la sensación de que todo es lo mismo.